domingo, 11 de marzo de 2012

Comparando libros antiguos y nuevos


Los libros han ido cambiando a lo largo del tiempo, según la tecnología de la civilización que los empleara. Desde meras tablillas de cera o arcilla que se grababan con un punzón, pasando por libros cuyas páginas eran de papiro o piel de cordero, hasta llegar al papel y, por último, al soporte electrónico. Pero siempre han conservado la cualidad de ser soporte de la cultura y el conocimiento. Puede que antes hablaran  de mitología, dioses, cíclopes y sirenas; que describieran un mundo inexplorado que acababa abruptamente poco más allá de Finisterre; que sus cálculos geométricos y matemáticos desconocieran el símbolo “0”; que sus tratados anatómicos y médicos hablaran de humores o que la química fuera alquimia. Puede que ahora hablen de Dios, Alá o Buda; que describan un mundo esférico fotografiado por satélite; que nos abrumen con ecuaciones, números complejos e integrales; que estén plagados de términos técnicos como radioterapia o leucocito y que la alquimia sea química. Puede que en el futuro nos hablen de espacio, otros mundos, realidades paralelas, increíbles avances científicos o vida eterna, pero siempre, sea cual sea su forma o material, conservan en su alma la cualidad de ser portadores del saber, de ser los ladrillos mediante los que podemos construir el almacén donde conservar nuestra cultura y el puente hacia el futuro.

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